martes, 29 de noviembre de 2011

Florence + The Machine - All this and heaven too


El pasado mes de octubre se puso a la venta el segundo disco de Florence Welch y su banda, titulado Ceremonials. Ya habían acaparado mi atención con su anterior LP, Lungs, con temazos como The dogs days are over o Cosmic Love (ambos temas fueron incluidos en episodios de Skins y Anatomía de Grey, respectivamente -dos grandes series que de entre sus muchas cualidades destaca el apartado musical-), pero con este Ceremonials me han ganado definitivamente.

La voz de Florence es portentosa, descomunal. A veces, incluso estridente. En sus temas no hay sencillez ni minimalismos, todo es llenado con música. El sonido es grandilocuente, casi majestuoso. A veces, el esfuerzo invertido puede llegar a saturar, deberían dosificar energías de cara a futuros trabajos. Puede que sea por eso que he elegido como representación del álbum el tema más sosegado, musicalmente hablando y por decirlo de alguna manera.

Además, la letra me parece una maravilla.

And the heart is hard to translate
it has a language of its own
it talks in tongues and quiet sighs
and prayers and proclamations

in the grandest of great men
in the smallest of gestures
in short shallow gasps

but with all my education
I can't seem to command it
and the words are all escaping
coming back all damaged
and I would put them back in poetry if I only knew how
I can't seem to understand it

I would give all this and heaven too
I would give it all if only for a moment
that I could just understand
the meaning of the word you see
cause I've been scrawling it forever
but it never make sense to me at all

And it talks to me, it tiptoes
and it sings to me inside
it cries out in the darkest night
it breaks in the morning light

but with all my education
I can't seem to command it
and the words are all escaping
coming back all damaged
and I would put them back in poetry if I only knew how
I can't seem to understand it and

I would give all this and heaven too
I would give it all if only for a moment
that I could just understand
the meaning of the word you see
cause I've been scrawling it forever
but it never make sense to me at all

poor language it doesn't deserve such treatment
and all my stumbling phrases never amounted to anything worth this feeling
oh this heaven, never could describe such a feeling as I knew it
words were never so useful
so I was screaming out a language that I never knew existed before
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lunes, 14 de noviembre de 2011

Apoteosis almagemelística


Vivir a medias significa no ser consciente del papel que desempeñamos en esta función denominada vida, significa no conocer nuestra verdadera identidad, no saber cuál es nuestro lugar en el mundo. Es ir por ahí con una sensación de indigestión permanente. Es contestar estoy bien, gracias, cuando te preguntan si eres feliz.

Es, en definitiva, no pertenecer.

Russell se siente fuera de lugar entre su grupo de amigos: sonríe dulcemente en la distancia, comparte anécdotas de tiempos menos confusos. Pero hay algo que no funciona. Lo mismo le pasa a Glen, pero este no enseña una sufrida sonrisa: se rebela, a golpe de sarcasmo y cinismo contra un mundo que le rechaza; lucha por no quedarse atrapado en el cemento que este se empeña en tirarle encima.

Cuando eres homosexual y escuchas un insulto, una risita; cuando lees que han matado de una paliza a alguien como tú y que el culpable ha sido absuelto; o te haces el valiente o te retiras tímidamente y te escondes. Pero en ambos casos, te vuelves vulnerable. Te hacen vulnerable.

Russell y Glen viven a medias. Pero juntos están completos, enteros. Durante dos días, establecen una simbiosis perfecta, en la que cada uno le proporciona al otro lo que le falta. Glen es un cínico rebelde y Russell un romántico asustado. En seguida, las vallas y fronteras que van derribándose gracias a una grabadora, las confesiones bañadas de la tibieza que late entre las sábanas, los desnudos (físicos y metafóricos) que se suceden como si no hubiera otra manera de existir; cimentan una relación que solo dura dos días pero que dejará una huella eterna. Juntos, los jóvenes son perfectos, simétricos, redondos. Separados, ambos se sienten confusos, perdidos, tristes.

Weekend es una de las películas que mejor inmortaliza el concepto de alma gemela. Cuesta creer que hay por ahí una persona perdida que es perfecta para nosotros. Que nos completa. Pero si se hace ejercicio de fe, si uno se deja arrastrar por los diálogos, profundos y mordaces; se comprobará que atestiguar cómo Russell y Glen se encuentran y reconocen, resulta bello y emocionante. Independientemente de la identidad sexual de cada uno.

Sin embargo, los cuentos de hadas sí que no existen. La vida es aleatoria, su flujo es constante e infinito. Glen y Russell son, pese a todo, afortunados: tuvieron dos días. Es de suponer que muchas de esas almas gemelas jamás llegarán a conocerse. Y eso es lo más triste de todo.

Porque si no le perteneces al mundo, es bonito, al menos, pertenecerle a alguien.
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