viernes, 1 de abril de 2011

El ímpetu de Callie Torres


Mucho se ha hablado del episodio musical de Anatomía de Grey. Que no podía ser. Que era ridículo. Mucho se está hablando ahora. Que no puede ser. Que es ridículo. No sé si es ridículo. No sé si todos los musicales son ridículos. Al fin y al cabo, en ellos, los personajes comienzan a cantar y a bailar porque sí, de repente y sin pedir permiso. No sé si precisamente por ser ridículos es que me gustan tanto. No sé si por ser ridículo, este episodio de Anatomía de Grey me ha parecido sublime. Lo que sí sé, es que escuchar a Callie cantar me ha servido para conocerla y quererla más de lo que lo he hecho nunca.

No me había dado cuenta hasta ahora, pese a que algo intuía. La arrolladora presencia de Sara Ramírez, Callie en Anatomía de Grey, no podía ser contenida para siempre, no podía contentarse con seguir deslumbrando, reluciendo, en el fondo, permitiendo que sean otros los que acaparen todas las miradas. La doctora Torres siempre ha estado ahí, siendo uno de los personajes más queridos por todos los que disfrutamos de esta serie televisiva, a pesar de que pocas veces ha recibido la atención merecida. Porque, en lo que al ámbito emocional se refiere, ha sido Sara, a golpes de ímpetu, quien ha mantenido a su personaje en primera fila.

No es difícil identificarse con ella: es el paradigma de la entrega y de la pasión, no solo amorosa, también de fe. Callie se ha expuesto, ofreciendo su vulnerabilidad (a George, a Erica, a Arizona) sin pedir nada a cambio salvo que la quisieran, aunque solo fuera un poquito (de hecho, un poquito es lo único que George llegó a sentir por ella, pese a lo mucho que lo intentó). Por lo tanto, ha perdido. La han derrotado. Varias veces. La enorme generosidad del personaje implica el vacío que se siente un vez que no se ha podido recolectar ni un solo fruto de los que habían sido sembrados.

Entonces llegó Arizona, que la quiso y luchó por ella como nadie lo hizo, y parecía que los frutos por fin iban a comenzar a brotar. Pero Callie, que nunca había pedido nada, decidió que quería ser madre. Sabía que iba a ser madre. Era su sueño. A partir de entonces la pareja recorre un viaje que puede parecer a la deriva en algunos momentos, pero que finalmente ha desembocado en el broche (¿o comienzo?) más brillante y emotivo que ha dado esta séptima temporada.

Creo firmemente, sobre todo en este preciso momento, que el perfil construido por los guionistas para este personaje es uno de los más honestos y genuinamente bellos de la televisión actual; pero considero que es Sara Ramírez la que, con su trabajo, ha dado vida a un verdadero icono: una mujer físicamente imponente que no se ajusta a los estándares impuestos por la dictadura comercial, que vive siendo fiel a su ímpetu y a su veracidad, su vulnerabilidad y su lucha, pese a los reveses que presenta el destino y a las piedras con las que todos nos hemos de tropezar alguna vez.

El capítulo musical ha sido el homenaje que Callie pedía (y merecía) desde hacía mucho tiempo. Un personaje honesto, luchador e incansable que una vez más, se expone al mundo y este le devuelve una bofetada. Pero la lucha no termina ahí: Ver a una Callie fantasmal cantándole a sus amigos (unidos todos en un “How to save a life” a coro absolutamente antológico), a su hospital, a Arizona, a su hija y a sí misma (“¡Despierta! ¡Esto no acaba aquí!”), ha sido un regalo que no esperaba y que he disfrutado muchísimo.

Con esto, a la vez que finalmente se funden en uno los dos mundos que giraban alrededor de Callie (el de Mark y el de Arizona), que ella decide que es hora de despertar, con su ímpetu y vida fluyendo a raudales (la escena en que violentamente empuja la cama no podía estar más justificada, pese a lo ridícula que les ha parecido a algunos), la maravillosa canción “The Story” de Brandi Carlile (muy inteligentemente seleccionada, la letra parecía haber sido escrita para contar la historia de nuestra doctora) y el “Sí quiero” más emocionante de los últimos tiempos, concluye el famoso evento musical de Anatomía de Grey.

1 comentario:

  1. Gran análisis y excelente reflexión sobre uno de los personajes más auténticos de la serie.

    Sinceramente, a quien le haya parecido ridícula la escena que comentas, que se vaya a ver "Gossip Girl" o qué se yo.

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