lunes, 15 de marzo de 2010

Agatha Christie's Mousetrap: 58 años de intriga


Cuadro ARTÍSTICO:

María Castro como Mollie Ralston

Leandro Rivera como Giles Ralston

Gorka Otxoa como Trotter

Guillermo Muñoz como C. Wren

Aroa Gimeno como Miss Casewell

Paco Churruca como Paravicini

Maribel Ripoll como Miss Boyle

Álvaro Roig como Metcalf

Cuadro TÉCNICO: Director - Víctor Conde; Escenografía - Ana Garay; Iluminación - Carlos Alzueta; Música - Marc Álvarez


58 años lleva representándose en Londres The Agatha Christie's mousetrap, de forma ininterrumpida. El legado de la reina del crimen se ha convertido en leyenda.

La ratonera es una adaptación del relato corto Tres ratones ciegos, que contiene todos los ingredientes que conforman el estilo de la autora: ambientes cerrados y opacos, gran abanico de sospechosos, multitud de secretos y un final inesperado.


Desde el 21 de enero se está representando en España una nueva versión de La ratonera, de la mano de Víctor Conde (quien al parecer es uno de los mejores profesionales del género teatral en nuestro país), que está gozando de éxito considerable y comentarios bastante agradables. No es de extrañar (teniendo en cuenta los datos anteriormente mencionados) que el público se sienta atraído por la función, no solo la fama de la obra basta para cautivar a la gente, además, se ha dotado de actualidad al texto, modernizándolo y añadiendo toques humorísticos que sientan muy bien al relato. Hay que añadir, también, el atractivo que supone un reparto lleno de caras televisivas que seguro acaparará la curiosidad de más de uno.

El teatro Reina Victoria es un recinto elegante y acogedor, no excesivamente ostentoso y de tamaño moderado. Excelentemente situado en el centro de Madrid, ofrece buena sonoridad (aunque en algunos momentos se habría agradecido un poco más de volumen) y visibilidad desde casi cualquier punto de la sala. También el precio de las entradas resulta bastante asquible y atractivo, en torno a los 18 euros, por lo que adquirir un par de tickets para el fin de semana está al alcance de cualquiera.

Víctor Conde cumple con éxito su intención de, pese a encontrarnos con una obra de concepción clásica, presentar dichos referentes clásicos de manera contemporánea. Esta puesta al día ofrece nuevas perspectivas de los caracteres, como puede ser la ambigüedad sexual del personaje interpretado por Guillermo Muñoz; o toques de humor que agilizan la acción, ausentes en el original de Christie. También hay que destacar la escenografía diseñada por Ana Gray, sobria, fina e inquietante, que recrea a la perfección ese ambiente opresivo y claustrofóbico que Agatha Christie maneja tan bien en sus novelas. La música de Marc Álvarez también es acertada, ofreciendo fuerza en los momentos de tensión (comenzando por el mismísimo inicio, francamente potente, que presenta a cada uno de los personajes como si fueran simples peones a eliminar con el fin de dar con el asesino), e inquietud durante todo el transcurso de la obra. En lo que respecta a la creación de de una atmósfera para el suspense y la intriga, el trabajo realizado es fantástico y no existe un solo pero que pueda enturbiar el resultado final.

Sin embargo, no todo son elogios. Conformar un reparto a base de rostros populares y de actualidad puede resultar un arma de doble filo. Quizás atraiga al público, pero puede que el talento interpretativo no esté a la altura de las circunstancias. Casi todos aprueban el examen, no obstante, y de entre todos ellos hay que destacar, en primer lugar, a Maribell Ripoll, la más veterana, que se mete en la piel de una señorona arrogante y consentida; y en segundo, a Leandro Rivera, que interpreta a un marido celoso y de fuertes impulsos. Ambos ofrecen una interpretación solvente y creíble, contenida y ofreciendo la intensidad necesaria tanto en los momentos cotidianos como pesadillescos. No lo hace mal la debutante María Castro, curiosament emás cómoda en los momentos de grito y terror; ni el simpático Guillermo Muñoz, anteriormente mencionado, que ofrece casi todos los momentos cómicos de la función, encarnando al más excéntrico y entrañable de todos los personajes. Demasiado caricaturizados están Aroa Gimeno y Paco Churruca, aunque no molestan; mientras que el personaje de Álvaro Roig resulta irrelevante. Por desgracia, no ocurre con Gorka Otxoa, la oveja negra de la familia, incapaz de llevar el peso de un personaje importante como es el del detective Trotter. En ningún momento resulta creíble, ofreciendo una interpretación plana en la que solo ofrece dos registros: o el grito desagradable o el continuo atropello de palabras sin alma. Su falta de dicción es intolerable para un actor de teatro y su intento de satirizar al personaje, fallido. Se trata de un absoluto e incomprensible error de casting que puede dar al traste con todos los aciertos que anteriormente he ido mencionando.

Es cierto que el trabajo de Otxoa es una traba difícil de pasar por alto, pero si el espectador logra ignorarle, sin duda disfrutará de dos horas sobre la butaca de puro entretenimiento y agudo ejercicio de ingenio. Imposible no caer en la trampa de teorizar en busca del culpable, y más satisfactorio el juego que ofrece a base de datos trampa y datos clave en el asunto. La ratonera logra con creces su cometido, convertir al espectador en detective, y por el camino, divertirle, agradarle, hacerle reír. Una vez visto el espectáculo, se comprende perfectamente el éxito que acompaña a esta fantástica obra teatral. ¡A por otros 58 años!

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