viernes, 4 de diciembre de 2009

Biografía de una Desesperada: LYNETTE SCAVO (1ª Temporada)


Una agresiva publicista con una carrera en imparable ascenso, se ve, de la noche a la mañana, atrapada en casa con cuatro hijos. La que implacablemente arrasaba en cada presentación, la que contundentemente convencía al cliente de que sabía lo que necesitaba, ahora se ve incapaz de controlar a cuatro mocosos.

Según declaraciones de Marc Cherry, creador de la serie, la idea de hacer Mujeres Desesperadas surgió cuando, después de que las noticias hablaran del caso de Andrea Yates, una mujer que había ahogado a sus hijos en la bañera por ser incapaz de soportar el peso de la maternidad, su propia madre confesara entender a la asesina.

El sagrado concepto de la maternidad es constantemente revisado a través del personaje de Lynette, ya desde el episodio piloto. Así, cuando la agobiada ama de casa se encuentra con una antigua colega en el supermercado, quien le pregunta acerca de sus sentimientos con respecto a la maternidad, Mary Alice, poniendo voz a los verdaderos sentimientos de Lynette, declara:

Y ahí estaba, la pregunta que siempre temía. Para el que la realizaba, no había otra respuesta posible. Así que Lynette contestó como siempre, mintiendo: "Es el mejor trabajo que he tenido".

Ser madre es serio. Es duro, muy duro. Siempre suele enseñarse la cara bonita, los preciosos vestiditos y los primeros dientes de leche. Que los hijos son regalos caídos del cielo. Pero una mujer tan desesperada como para abandonar a sus retoños en la cuneta porque no es capaz de hacer que se comporten en el coche, es muy consciente de que hay días en los que le gustaría poder devolverlos. Sí, ser madre es duro. Más si tienes cuatro hijos de menos de seis y tu marido nunca se encuentra en casa. Además, Lynette tampoco tiene un referente: su propia madre les brindaba palizas a ella y a sus hermanas entre copa y copa. Esto deviene en que jamás se atreva a tocar a sus hijos y en graves problemas de autoridad por miedo a repetir los errores de su madre.

Problemas de autoridad para una mujer que, en el mundo de los adultos, es incapaz de dejar de impartir justicia. Nunca tiene miedo a montar una escena, siempre es tajante en sus opiniones y a veces necesita entender que no todo es blanco o negro. Para imponer lo que ella piensa que es correcto no dudará en manipular (a terceras personas para impedir que su marido consiga un ascenso que le alejará aun más de casa), en entrometerse (en la vida sentimental de una pareja en la que ella, sordomuda, es ridiculizada en público por él, que se aprovecha de su minusvalía), o encararse (con una estirada e hipócrita madre -que ejemplifica perfectamente la doble moral americana- escandalizada ante la perspectiva de que los niños puedan sufrir por el final "violento" del clásico cuento de Caperucita Roja). Episodios exagerados e histriónicos que congenian a la perfección con el tono de la serie.

Toda esta situación de hijos incontrolables en casa, en contraste con el recuerdo de su exitosa vida como mujer trabajadora, deviene en un sentimiento de frustración muy peligroso. Se convence a sí misma de que es mala madre (a lo que ayuda su obsesión por compararse con el resto de madres que la rodean) y esto la lleva a tomar muy malas decisiones, entre las que destaca el magnífico e hilarante episodio de adicción a las pastillas de sus hijos. Este círculo de impotencia y envidia mal sana hacia el resto de familias la llevan a la errónea conclusión de que todo vale con tal de conseguir algo de estabilidad, aunque sea otorgada en pequeñas píldoras, como las clases de yoga. Esto se corresponde con uno de los episodios más turbios en la biografía de Lynette, que consiste en hacer creer a la recepcionista de la siempre llena guardería de que se hijo tiene un cáncer, aprovechando un reciente y necesario rapado al cero. Me imagino las voces moralistas alzando la voz ante lo que calificarían como un acto incorrecto y mezquino, y en el que yo vel la actuación de una mujer total y completamente desesperada que necesita seriamente un descanso.

Y más o menos, ese es el rol de Lynette durante la primera temporada. Peleará con y por sus hijos, se hará adicta a las pastillas para que los gemelos no sean expulsados de una obra teatral (en la que interpretan a un par de árboles), intentará mantener a su marido cerca y se sentirá amenazada por la presencia de una compañera de Tom que ejemplifica todo lo que ella fue y dejó de ser. Todo para que las tornas terminen cambiadas tras una interesante premisa: En la segunda temporada, Lynette volverá a trabajar, y será su marido, Tom, el que se ocupe del cuidado de los monstruitos.

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